Hoy, ahora, durante los próximos cinco minutos esta avenida
conduce al Sol.
Algún día desaparecerá y todas las avenidas del mundo serán definitivamente
absurdas.
Sin Él, no habría ni ahora ni hoy ni cinco minutos ni esta
fugazmente agraciada avenida ni este devaneo de palabras que quieren atrapar
algo que se desvanecerá antes de que ellas sepan qué es lo que quieren decir.
Cinco minutos que permiten mirarlo de frente sin quedarse ciego y todas las
lenguas muertas que lo nombraron, las lenguas que aún intentan mentarlo y las
que aún no han nacido a su brillo en estos cinco minutos se convierten en un perfecto y absoluto desatino.
Cada uno de los que ahora transitamos esta avenida que
durante los próximos cinco minutos conduce al Sol, bifurcaremos nuestro
recorrido y optaremos por otros destinos por mera costumbre, como si esto fuera
para siempre.
La avenida irá quedando despoblada, el Sol caerá tras el
horizonte y tras tantas otras metáforas.