Wednesday, March 29, 2023

SONGWRITERS




Pudo ser la intuición de adónde no ir.

Pudo parecer no tener rumbo definido

En un caso o en el otro caminaban al filo de un precipicio, llegados a esa cornisa porque el resto del terreno ya estaba atestado de gente y cosas a las que experimentaban como viles, detestables.


Cada canción, allí al borde, salía del vértigo y podía ser la última.

La canción siguiente lograba demostrar lo contrario.

Y así podría seguir una nueva canción o la caída al vacío.

Los demás equilibristas brindarían en memoria del desbarrancado, para seguir al rato, cada cual, con su propio desafío a la ley de la gravedad.... y a varias leyes más, dicho sea,

Tenían una imaginación hermosa que frecuentemente les jugaba en contra. Tentaban a la suerte para salir del encantamiento, pero ella finalmente ganaba, haciéndoles creer a menudo que la cornisa era un crossroad, con el riesgo permanente de optar por el sendero inadecuado. Tal vez la opción no podía sino ser siempre equivocada, pero la que no tuviera suelo por debajo de sus pies, terminaría definiendo el juego. Los que aún quedaran alzarían sus copas melancólicas en honor del abismado y a otra cosa.

No está claro si es que todo duele tanto.
Si, que a veces los anestésicos no funcionan correctamente.

Ellos estaban donde estaban porque habían huido de los anestésicos oficiales, a los que asumían como un chantaje o una lamentable confusión, rechazándolos mucho antes de que se les revelaran inocuos

Y, por cierto, los analgésicos clandestinos que utilizaban en su reemplazo podían provocar la contingente pérdida del equilibrio; el desacato momentáneo de las asfixiantes coordenadas de tiempo y espacio; y el dolor insoportable que causa todo eso cuando van perdiendo efecto.

Con sus canciones solo procuraban neutralizar el mareo al filo del despeñadero, pero ellas por mera casualidad terminaban convirtiéndose en puñaladas envenenadas que aniquilaban por un instante efímero la miseria timorata de la vida corriente y removían por un rato de la quietud y la seguridad a tantas vidas correctamente disecadas por ahí.

Ellos solo deseaban inútilmente encontrar el modo de calmar una sed misteriosa e infinita antes de ser devorados por el mar furioso, o saber algo acerca de algún vuelo imposible que pudiera salvar a cualquiera de precipitarse sobre las filosas rocas inexorables al final de la última encrucijada.

Después de tanto desbarranque fueron quedando pocos y llegaría el tiempo en el que las canciones ya no serían un conjuro para el vértigo sino la resaca de algún estudio de mercado.

Y el mismo mercado los convirtió en héroes envueltos para regalo.

La leyenda de aquellos songwriters volatineros tal vez se venda así, fácil de comprar y difícil de desentrañar. Otro invento for sale. Otra estrategia de ese mercado que nos quiere tan felices, tan indoloros, tan aturdidos, tan insignificantes.

Anestesiados hasta para escuchar canciones.

Tan decididos en nuestro camino,

Querer llegar a algún lugar es una desgracia.