Sunday, May 10, 2020

LA CIMA DE LA ESTUPIDEZ




Desperté en la cima de la construcción más alta de este planeta minúsculo.
Lo sé por el paisaje circundante.
Cerca se divisan las cúpulas de las pocas torres que antes conocieron la gloria y perdieron su cetro a manos de esta.  De un lado y más allá,  el mar.  De los otros tres costados las lindes de esta metrópoli absurda,  estúpida.
Estoy en el centro de un cuadrilátero de veinte metros de lado. El vértigo se siente como una mano enorme apretando mis testículos de bio-varön y como un cosquilleo en mi culito andrógino. Podría ir hacia alguno de los bordes sin barandas ni vallas y un paso de más o quizás el viento, harían que me precipite al vacío. Pero no lo haré. El vértigo es absolutamente inútil ahora.
Alguna extraña circunstancia, sin finalidad aparente,  me puso en esta terraza absoluta que no parece tener ninguna salida ni acceso.  Pero en este instante, en este preciso instante, no necesito irme de aquí.
Me tiro de espaldas de frente al cielo con los brazos en cruz.
Es mínimo el contacto entre mi espalda y el mamotreto de hormigón armado
Arquitectura de la impotencia. 
Ostentación estúpida.
Súplica de reconocimiento. 
Inversión de una moneda traicionera, cretina, aterrada, impostora; que se intercambia pronunciando amor, moral, verdad y muchas gracias.
Mi cuerpo pareciera desaparecer, pero finalmente todo es mi cuerpo. 
Brazos en cruz, como un Cristo.
Pero no estoy atravesado por la  oscura intención de salvar a nadie.