Hay historias cerradas y perfectas como el vientre de un
reloj y lo que allí perdura.
Yo miro a los
relojes y no puedo entender cómo no explotan.
Afuera todo es
no saber, legiones de mendigos extramuros de las prisiones del tiempo, y no
poder imaginar otra cosa.
La sombra de
un sueño dice la imposibilidad de los relojes.
Entregarse a ella y darles al fin un
motivo noble de ser, marcar con dulzura el tiempo de su propia desaparición