El Poder siempre es opaco. Vedado por cláusulas secretas.
El
subsuelo es invisible. Su tectónica , impensada.
En el momento más insólito, se rasga el velo y
desnuda al primero en toda su brutalidad, en toda su estulticia.
Imprevisible como es la sublevación del
subsuelo, destroza a todas las sofisticadas teorías y convierte a héroes en
traidores , a traidores en héroes, a miserables en virtuosos y a la inversa,
intempestivamente. Un instante efímero de presagios y maravillas
Máquina desquiciada.
Luego, los cronistas y su impotencia
constitutiva (por algo se dedican a mirar al Cosmos desde el ojo de una
cerradura oxidada) a la que intentan disimular con el diario del día siguiente
sentirán el deseo de hacerse pasar por oráculares videntes anticipando
cataclismos que nunca sucederán, para escapar de la consciencia de que nunca se
dieron ni se darán cuenta de nada.
Y también luego, los historiadores , con alma de
guardianes, o de pontífices del por qué , luego de sus precarios ensayos de
prueba y error para lo que sucede solo una vez, seguirán imponiéndole
interpretaciones como lápidas al misterio del Caos indetenible para sentenciar
: " era evidente que eso debía suceder".
No.
No lo era.
No lo es.
En el entretiempo viven los engranajes, bielas,
tuercas y fluidos que no entienden el desquicio que hacen funcionar, el
desquicio que desean y dicen rechazar, y el ruido es de palabras para llenar el
vacío que deja la perplejidad.
Chillidos y gruñidos desacompasados. Maquina
subsidiaria.. La insoportable pasión de la impotencia fermentando su
reaccionario hartazgo por debajo del hablar sin decir, mentidero fatal, o
estimulando pedidos a la nada de limosna narcisista
Como este.
La maquina ha de ser incesante.
Lo vital, inútil.
Lo inútil, escandaloso.
Indicios de que el afuera sea paradojal.
Intuitivo
Invisible.
Un sitio para respirar.
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