…pero había tantas otras cosas en el mundo…
El miedo era
el mismo.
Los
fermentos, diversos.
Había
fermentos reactivos.
Todo lo
concebían de manera bélica, pero no hubieran soportado un solo segundo en
ningún frente de batalla.
No dudaban,
nunca vacilaban. Cualquier opinión obedecía al orden implícito de la
provocación estéril. Siempre el mismo orden. Podían resultar algo siniestros la
primera vez…también, por qué no, algo fascinantes (la fascinación que un
esperpento conlleva). Eran absolutamente aburridos y previsibles desde la
segunda vez en adelante. Muy pronto se les adivinaba la única y rutinaria intención
del exabrupto, llamar la atención como chicos caprichosos, romper algo o salir
a cazar culpables, todo ello virtualmente casi siempre. O no. Patrullas
perdidas el día que la guerra imaginaria se les evaporó detrás de un armisticio firmado por nadie.
Pura
impotencia.
Había
fermentos depresivos.
El día menos
pensado desaparecían y no quedaba rastro. Afantasmados definitivamente, se
convertían en un gran interrogante, en un enigma; por el mero hecho de querer
saber qué les había pasado, dónde se habían metido o qué hacían con sus vidas.
No por alguna preocupación que moviera cierta sensibilidad hacia ellos. Solo
curiosidad. Morbosa tal vez. Virtual.
Siempre es
bueno tener a mano la posibilidad de confirmar una debacle que no sea la
propia.
Había
fermentos que consumían compulsivamente en el mercado de la alegría.
Scrolleaban
alegrías sin parar, como
si intentaran una operación mágica que les permitiera parecerse a alguna
alegría, a la próxima que apareciera sumiendo en el olvido a la anterior, o a
cualquiera que apareciera aleatoriamente en la memoria o en el delirio (y alguien
ganaba mucho dinero con eso…). Gastaban lo que no tenían. Se endeudaban en
tiempo y espacio y cada tanto, esporádicamente, alguno creía lograr su
semblante de alegría; que quedaba flotando como una burbuja unos segundos hasta
ser desplazado por otra burbuja más rimbombante (y alguien ganaba mucho dinero
con eso…). Una vez en los márgenes, era muy común que empezaran a soplar
frenéticamente para volver a sentirse en el centro de la escena. Se cuenta que
a muchos un día les explotaba la cabeza…como una burbuja. Virtualmente claro. O
no.
Y alguien
ganaba mucho dinero con eso…
Tal vez
hubiera muchos otros tipos de fermentos. Sería inútil citarlos a todos.
Algunos
presumen haber empezado a entender cómo están funcionando las cosas. Podrían
callarse.
Allá afuera
las cosas ya han dejado de ser así. Ahora hemos llegado a esto y no sabemos
cómo.
Las
taxonomías caducan rápido. Todo ha mutado aceleradamente desde la última vez.
El miedo
cambiará porque ya ha cambiado
No sabemos
qué pasa y tendríamos que saberlo.
Cuando lo
sepamos, será inútil.
Mañana tal
vez sea diferente.
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