La palabra poética no dice nada,
sólo narrra el deseo de decirlo,
hace sentir que se estuvo a punto
y más cerca
promete que la próxima vez.

O quizás la palabra poética
lo diga todo al mismo tiempo,
sólo que no podemos leerlo
más que sucesivamente.

Se escribiría a ciegas
y se leería contra el olvido
torpemente
una palabra bella y fugitiva
deslizándose entre el balbuceo.