Wednesday, September 25, 2024

LO QUE PUEDA SABERSE


Ahí algún instante.

Un crepúsculo, su ayer, su inminencia. Indefinido cuándo y dónde.

Unos pocos espectros atraviesan la calle y ya no apuran el paso bajo la lluvia, como  no lo apura el tiempo, sereno, letal; circulando esa calle que han pretendido eterna los huesos sin nombre que alguna vez, como si la fugacidad de su carne no lo fuera, entregaron el tiempo que creyeron poseer a alucinar edificios sublimes que impusieran  poder y  belleza alumbrando para siempre una magnífica avenida, sin poder advertir que ya se insinuaba inexorable un negro silencio .


Todo habrá sido un desatino. La belleza magnificente siempre lo augura, pero la fascinación es más fuerte.

Ni los espectros ni el tiempo parecieran tener ya hacia dónde ir..

O quizás no quieran apurarse  ante la intuición incomprobable de que todo podría estallar en un instante, o mañana, o muy pronto.

Dos que se abrazan. Abrumados. Pero no lo saben. O quizás abrazados por una íntima e inexplicable felicidad. Fugaz ; o eterna felicidad.

¿Qué al comienzo o al fin de esa avenida? ¿Qué hay allí, si es que ese sitio o ese tiempo pudieran hallarse?


¿Qué es ese resplandor que no logran ocultar del todo las últimas cúpulas allá donde algún día dejó de verse el horizonte?

Los edificios eternos algún día desaparecerán su eternidad y serán el polvo que sus padres huesos ya han hallado.

 ¿Y lo que pueda saberse?

¿Qué en el interior de la oscuridad de esas ventanas? ¿Quién allí? ¿Por qué?

Quién tenga a cargo la liturgia periódica de encender las absurdas luminarias de esa avenida tal vez se sienta igualmente absurdo o tal vez no sienta nada ya.

Los espectros, los edificios, la avenida, las ventanas y  su oscuridad, las luminarias absurdas: hay allí un lenguaje indescifrable, una música incierta, alucinada . Interpretarlos se siente imposible y se presiente crucial.